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Reseñas de novelas de héroes solitarios

domingo, 15 de abril de 2012

Los Habsburgo (Dorothy Gies McGuigan)


Pasa algunas veces que leemos un libro extraordinario y cuando nos disponemos a buscar información sobre el autor en Internet no encontramos absolutamente nada, ni su biografía, ni otras obras suyas y ni siquiera su nacionalidad, nada. Como si no existiera. Cosa rara, porque hasta de quienes escriben obras insufribles a veces se encuentra algo, o mucho. Todo depende de qué tan leído sea. Por otro lado, no niego que el hecho de que el autor sea desconocido le imprime misterio y lo hace interesante, en lo que a mí respecta, claro.
Lo anterior me ha ocurrido con Dorothy Gies McGuigan, autora del libro Los Habsburgo. Apenas puedo creer que sobre ella sólo sea posible hallar bien poco en la red y que tenga que conformarme con suponer que es, o fue, de nacionalidad inglesa y que el único libro que escribió es el que hoy nos ocupa, editado en inglés en 1966 y pasado al español en 1971 por Grijalbo.   
El libro inicia con el primer Habsburgo que cobró importancia, el conde Rodolfo, porque eso eran allá por el siglo XIII, condes, lo de archiduques vino mucho después. El ya mencionado Rodolfo logró, por métodos que aún no están muy claros, ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en 1273. Pero el gusto a la familia no le duró mucho, la corona en ese entonces no era hereditaria y había que disponer de recursos y mañas para conservarla. No la conservaron después de Rodolfo, pero con el tiempo volvieron a adueñársela.
En aquellos turbulentos años los matrimonios eran, aparte de las guerras, la única vía para hacerse de territorios y de capital. Los Habsburgo no lo ignoraban, y recurrieron a varios convenientes matrimonios para conseguir poder. El primero fue el del archiduque Maximiliano con María de Borgoña en 1477 (para entonces los Habsburgo ya eran archiduques), el cual les sirvió para obtener incalculables riquezas y los Piases Bajos.
Pero el matrimonio que llevó a los Habsburgo a adueñarse de más o menos medio mundo fue el del archiduque Felipe, el Hermoso, con Juana de Castilla, aquella reina que de amor de volvió loca. Carlos, el primer hijo varón de este matrimonio, gobernó España, más de la mitad de Italia, los Países Bajos, lo que entonces era el Sacro Imperio y buena parte del entonces todavía desconocido Conteniente Americano, entre otros territorios sembrados por todas partes.
Para administrar bien su enorme patrimonio, la familia se dividió en dos ramas. Una vivía en España y la otra en Austria. Para no romper los lazos familiares, los archiduques austriacos se casaban siempre con sus primas españolas y lo mismo hacían los infantes españoles con sus primas austriacas. Nadie sabía entonces las consecuencias de abusar de la endogamia. Los miembros de las parejas eran primos por partida doble o triple. Eso fue lo que, dos siglos después, provocó que los Habsburgo desaparecieran de España, los legítimos, porque los bastardos, sobre todo los de Felipe IV, quedaron sembrados por toda la Península.
Pero en Austria, a pesar de las constantes guerras, el Imperio familiar sobrevivió mucho más tiempo que en España. Cuando Napoleón Bonaparte amenazó con despojarlos de sus territorios, lograron calmarlo dándole como esposa a una archiduquesa que a juicio de los cronistas de la época era bastante fea. Y aun cuando sobrevivieron a Bonaparte, su Imperio quedó herido de muerte, aunque la agonía duró un largo siglo.
Los Habsburgo se resistieron a perder su influencia y poder. Recurrieron a cuantos métodos creyeron oportunos para conservar su Imperio, algunas veces soldándole a éste territorios habitados por personas que no querían ser sus súbditos. Un Habsburgo llegó a viajar a México para consolidar un imperio en el nuevo mundo, por si en el viejo ya no los querían, pero poco tiempo después le fusilaron.
Cuando el Imperio ya difícilmente se mantenía de una sola pieza, vino la Gran Guerra y lo desapareció por completo. Pequeños países huérfanos y habitantes confundidos fue lo que quedó del que había sido en el pasado el imperio más extraño y tolerante del mundo, y quizás de todos los tiempos, porque el nacionalismo probablemente ya no va a permitir que vuelva a existir algo igual, no por lo menos en este tiempo.
Como puede verse en la bibliografía, la investigación de la desconocidísima Dorothy Gies McGuigan para escribir este libro fue titánica. Tuvo que pasarle el ojo encima a una descomunal cantidad de ensayos de historia, biografías, memorias, cartas de familia y demás documentos para poder hablar sobre una familia que gobernó en Europa seis siglos y medio, tanto tiempo como ninguna otra.

2 comentarios:

  1. Despues de años encuentro a alguien que lo haya leido! Extraordinario trabajo, fascinante relato de la historia enfocado desde el lado humano

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