Entradas Héroes solitarios

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Reseñas de novelas de héroes solitarios

sábado, 23 de noviembre de 2013

Kennedy, un nombre engrandecido por los disparos

Indudablemente es cierto lo que tantas veces se dice respecto a que a muchos hombres, para pasar a la historia con grandeza, les hacen un favor matándolos. Ahí están el Che Guevara, Pancho Villa, León Trotski y, por supuesto, John F. Kennedy.  
Una vez muerto, al 35° presidente de los Estados Unidos le empezaron a destapar sus verdades, algunas ya en parte ventiladas desde antes de que llegara a la presidencia, como la relación de su familia con la mafia, la promiscuidad alarmante que ejerció siempre, o el casi probado fraude que lo llevó a la Casa Blanca. Pero ¿cómo cuestionar al carismático Jack si lo habían matado?
En términos generales, Kennedy es considerado un pésimo presidente. Como tantos otros seducidos por un economía libre pero cubierta con una esfera de socialismo controlado desde el gobierno, Jack hirió gravemente el bolsillo de sus conciudadanos, pero, eso sí, aumentó el gasto público hasta niveles alarmantes. Su política exterior estuvo plagada de buenos discursos y malas acciones. Cuba y Vietnam no fueron sus logros, fueron en realidad sus fracasos. ¿En Alemania sí triunfó? No, pero dijo: Ich bin ein Berliner, y  para él eso ya fue un triunfo rotundo.
Porque Kennedy, la verdad sea dicha, no triunfaba con sus acciones, sino con sus frases. Ser buenos oradores les sirve a los políticos para prosperar, cierto, pero a los pueblos que éstos gobiernan bien pueden matarlos de hambre. El gran logro de la vida de Kennedy, y de su familia, fue su promoción. Desde joven fue promocionado como un héroe de la Segunda Guerra Mundial, aunque en la línea de fuego jamás estuvo. No obstante, su problema de la columna, que lo acompañó hasta el día de su muerte, fue vendido como “ocasionado por heridas de guerra”.
El mito que Jack construyó entorno a él, era de esos que se caen pronto. Se basaba en propaganda pero dentro de un país libre, donde la verdad suele competir de igual a igual con la mentira. Kennedy se vendió como un gran presidente, el líder mundial de su época, pero sus acciones le estaban derribando el maquillaje. Afortunadamente, para levantar su biografía, le dispararon. Y así nació el héroe y se formó una cortina de humo sobre el pésimo mandatario.